Las Provincias
«La universidad nos ha tratado muy bien, por esa parte estamos muy contentos», aseguró la estudiante, que este año cursó segundo de bachillerato en el IES Camp de Morvedre de Sagunto, «y el Colegio de Químicos y los patrocinadores, que han aportado premios adicionales, también», añadió. «Pero el ministerio no le ha pagado a nadie el premio en metálico que figuraba claramente en las bases del concurso», lamentó.
La Olimpiada Química es un programa del Ministerio de Educación creado para estimular la creatividad y el interés de los estudiantes del último año de secundaria que se celebra desde 1995. En él participan todos los centros de secundaria públicos y privados que lo deseen a través de sus alumnos más interesados por la química, y en su celebración colaboran la Asociación Nacional de Químicos de España y la Real Sociedad Española de Química, asociaciones que representan a más de 15.000 químicos.
Carolina González resultó ganadora el pasado mes de febrero de la fase local de esta olimpiada, la cual se celebra en cada uno de los cinco distritos universitarios de la Comunitat, de los que son responsables la Universitat de València, la Universitat Politècnica de València, la Universitat Jaime I de Castellón, la Universitat Miguel Hernández de Elche y Universitat d'Alacant respectivamente. Tras la fase local, los tres mejores alumnos de cada distrito tomaron parte en la Olimpiada Nacional de Química, que tuvo lugar el mes de abril ya sin compensación para los vencedores, «algo que aunque esté mal es mejor que decir que habrá premio y luego no darlo», opinó González.
Pero en la fase local sí había promesa de pago para «un grupo de jóvenes capaces de compaginar sus estudios en el instituto, generalmente de segundo de bachillerato -curso en el que se juegan mucho- con la preparación específica de las olimpiadas». A González le parece «una paradoja» que se pretenda que las nuevas generaciones «sean brillantes y salven el futuro» cuando «no se compensa su esfuerzo según lo prometido». «¿Es este el valor que se pretende transmitir? ¿debemos aprender los jóvenes de estas acciones? ¿debemos dejar de lado nuestras inquietudes científicas que en un futuro pueden ayudar a la humanidad?», se pregunta la campeona valenciana.
La Olimpiada Química es un programa del Ministerio de Educación creado para estimular la creatividad y el interés de los estudiantes del último año de secundaria que se celebra desde 1995. En él participan todos los centros de secundaria públicos y privados que lo deseen a través de sus alumnos más interesados por la química, y en su celebración colaboran la Asociación Nacional de Químicos de España y la Real Sociedad Española de Química, asociaciones que representan a más de 15.000 químicos.
Carolina González resultó ganadora el pasado mes de febrero de la fase local de esta olimpiada, la cual se celebra en cada uno de los cinco distritos universitarios de la Comunitat, de los que son responsables la Universitat de València, la Universitat Politècnica de València, la Universitat Jaime I de Castellón, la Universitat Miguel Hernández de Elche y Universitat d'Alacant respectivamente. Tras la fase local, los tres mejores alumnos de cada distrito tomaron parte en la Olimpiada Nacional de Química, que tuvo lugar el mes de abril ya sin compensación para los vencedores, «algo que aunque esté mal es mejor que decir que habrá premio y luego no darlo», opinó González.
Pero en la fase local sí había promesa de pago para «un grupo de jóvenes capaces de compaginar sus estudios en el instituto, generalmente de segundo de bachillerato -curso en el que se juegan mucho- con la preparación específica de las olimpiadas». A González le parece «una paradoja» que se pretenda que las nuevas generaciones «sean brillantes y salven el futuro» cuando «no se compensa su esfuerzo según lo prometido». «¿Es este el valor que se pretende transmitir? ¿debemos aprender los jóvenes de estas acciones? ¿debemos dejar de lado nuestras inquietudes científicas que en un futuro pueden ayudar a la humanidad?», se pregunta la campeona valenciana.
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